martes, 25 de octubre de 2011

LAS MONTAÑAS DE ESCOCIA


 Seis jornadas caminando, sorteando peñascos y riachuelos, seis pesados días acarreando víveres necesarios en estos lares, cansancio sudor y llagas en los pies, frió intenso sin llegar a episodios de congelación, y arduo trabajo a la hora de transportar los petates llenos de tocino carnes secas harina y sal mas otros elementos de subsistencia.

Detrás quedaron los altos bosques, abajo el fértil valle, y por encima de sus cabezas las altas cumbres donde refugiadas sus familias, malviven con lo poco que produce la zona.
Tras pasar un pequeño otero al fondo del pequeño cañón se divisa el humo espeso que adormilado por el ambiente se niega a subir de altura y rodea las chozas de barro y piedra, infraviviendas que portan como si fuera un sombrero los techos de carrizo seco aun del año anterior.

La sonrisa asoma en sus rostros ,el cansancio recobra alguna fuerza y los tres hombres aceleran el paso, al rato un silbido del mas joven advierte a los vigilantes de su llegada, y en escaso lapso de tiempo el jolgorio de los niños se acerca hacia ellos saliéndoles al paso, huele a guiso y a té ,a ropa lavada , y a humo de leña seca, el decano del grupo afloja su carga y sin pensarlo introduce medio cuerpo en la improvisada alberca ,una modesta construcción de barro y piedras que recoge el agua de algún manantial lejano nacido de las nieves eternas de las cimas.

Como buenas esposas las tres mujeres corren afanosas para ayudar a sus maridos y cada una a su manera les reciben , la de mediana edad reposa un beso en la frente de su compañero y le acaricia la cara , la mas joven salta a los brazos del fornido guerrero y lo acribilla a besos y abrazos y la mas adulta después de un escueto ósculo en los labios coge el petate y se aleja seguida por su pareja, no hay comentarios se dejan para mas tarde cuando las luces se pongan , cuando el lecho y la intimidad les den cobijo.

En los llanos ya no hay guerras, en los valles la vida recobra su monótona existencia y en las faldas de las montañas solo ligeras escaramuzas enturbian la tranquilidad, más que por batallar con el opresor para luchar por algo de alimento, solo en las altas peñas queda algún reducto de libertarios guerrilleros, idealistas y fuertes, dispersos pero muy unidos por su causa.
El ulular de un búho anuncia lo tarde de la hora, las brumas abrazan la garganta del cañón y el manto oscuro de la noche cae irremediablemente sobre el poblado, los perros se esconden las gallinas corren a sus ponederos y el ganado se aprieta contra algún rincón temeroso de las alimañas, solo algún taciturno ebrio vaga por los embarrados callejones haciéndose el remolón para no irse a dormir, y en las chozas silencio y calma.
Sobre la cama dos jóvenes se aman muy en silencio solo dejando algún leve gemido de cuando en cuando, sus miradas fijas el uno en el otro sus cuerpos abrazados y la libido muy encendida, los besos las caricias y el vaivén de la tarea, dura hasta altas horas, después se duermen esperando otro duro día.

En otros hogares las luces se van apagando poco a poco unas por aquí otras por allá, también algunos se aman, otros charlan y los demás tan solo se duermen.

El alo de luz de la luna vela la aldea, el cañón los protege y las montañas les alejan de sus enemigos,un viento suave se lleva las brumas y trae mas frió, nubes lejanas llegaran, quizás más tarde y dejaran lluvia, el ganado se agita, ha oído algún lobo aullar allá en lo alto en las cumbres, donde duermen los gavilanes y las águilas, donde habitan el zorro y los jabatos, en el techo de su mundo.

En las sagradas montañas de Escocia.

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