sábado, 27 de agosto de 2011

LA VIEJA CIUDAD


   La luz de una farola refleja la sombra de una silueta que bambolea de un lado a otro con pesado caminar, su dueño un corpulento y maduro deportista venido a menos aspira de una torcida colilla de tabaco liado a mano , está cansado de su tarea ,los años han dejado una huella en forma de reuma en su esqueleto.

   Se levanta el cuello de su gabardina oscura y raída, el frió comienza ha llegar a la vieja ciudad, sabe que tiene enemigos pero no le importa, se considera una especie de súper-héroe como los de los comics, luchando siempre por limpiar la inmundicia de las calles, unos pasos le alertan, entre las sombras ve acercarse un grupo de enturbiadores, sabe que complicaran su misión en las calles pero hoy no tiene ganas de bronca, se acurruca en un portal y los deja pasar.

   Grandes ratas se pasean por el fondo del callejón y conforme se acerca el tufillo se apodera del ambiente, una pasa cerca de el y sale despedida por los aires de una patada, la da con rabia pues no se ha quedado a gusto con los despiadados de antes al dejarlos campar a sus anchas.

   Sus 90 kilos de peso no le facilitan ya su trabajo, hace años su corpulenta esbeltez jugaba a su favor, al ser algo pendenciero, Boro como buen héroe vengador había participado en muchas peleas de las que guarda cicatrices de navajazos y callos en los huesos rotos, unas veces defendiendo a alguna putilla de su chulo, otras librando a algún vecino del drogado atracador nocturno.

   El deambular nocturno mucho alcohol y alguna que otra paliza han afectado a su mente, en su delirio ve sombras que le hostigan, le acechan, le observan, siente presencias que le inquieren, sonidos inquietantes, susurros agónicos, tal vez los forma su mente, quizás el sabe en lo más profundo de su subconsciente que son alucinaciones, apura la colilla y prosigue por otra calle también oscura y mugrienta.
 Ciudad vieja, ciudad oscura y siniestra con sus rincones llenos de intrigas, de amor, de conflictos, con heridas profundas en sus gentes, lugar que guarda en los intersticios de su submundo penas y alegrías y en sus grietas sonrisas y lloros, hedor de vicio en las alcantarillas de los burdeles y aromas de felicidad en algunas alcobas, y allí en medio pateando sus avenidas aceras y callejones la vieja gloria, el súper héroe caduco , sigue su cansino deambular abrazado a sus paranoias a sus colillas y a su mísera vida.

   Esta zona es la Disneylandia nocturna de los mangis, el paraíso de los alcohólicos, la Holanda de los drogadictos, ahora se oye sonido de sirenas, carreras y pisotones, una redada entre la calle alta y la baja, policías de paisano aglutinando las gentes de los lupanares, drogas arrojadas a los imbornales, gritos, sobornos y alguna paliza, y al rato otra vez el silencio las sombras y la soledad.

   Solo quince minutos le restan para concluir y volver a casa ,hoy ha sido una noche relativamente tranquila, sin broncas sin peleas, aunque al fondo de su ultima calle los desaprensivos husmean en los contenedores , desparraman bolsas de desperdicios por doquier buscando basurillas que vender en los rastrillos ilegales de los barrios profundos, Boro coge sus armas y se encamina hacia ellos empujando el oxidado carrito, cuando llega ya se han ido y el saca la escoba y el recogedor y adecenta el contorno, luego llegada la hora acaba y se va a casa.

   Piensa en la jubilación, como funcionario de la recogida de residuos su paga no será alta pero si digna, el amanecer le persigue y mientras,  fumando otra colilla desaparece tras girar la esquina del mugriento callejón en la vieja ciudad.



   Hoy he tomado un turno diferente, necesito urgentemente verla, ella es mi mejor medicina pues cuando la observo las sombras de mi cerebro se amansan y mi desmedida agresividad duerme el sueño de los soldados que aunque agitado intentando estar de vigilia me deja descansar y dulcifica algo mi agrio carácter.
   Son las 8.30 de la mañana de un Lunes, un día normal con su acostumbrado bullicio de gentes ojerosas que se apresuran por subir a  autobuses y  taxis, con personas solitarias que pasean portando el periódico bajo el brazo, con madres y padres que acercan a sus vástagos a las escuelas y por supuesto con sus humos ruidos y tensiones, decididamente como intuí antes, un día normal.
   Una mujer madura aunque no tanto corretea con pasos cortitos para cruzar la calle, mientras se sujeta con una mano el gorrito de lana estilo parisino, la falda estrecha y corta hasta media rodilla no le deja ir mas deprisa ayudada de los zapatos mas bien botines imitación a unos Manolos que con su largo tacón ofrecen un hándicap a su acelerado trote.

   Peina una melena que cubre sus hombros varios centímetros y la rodea una bufanda que mas bien podría decirse que es un foulard estilo Hermés que caído por detrás uno de sus extremos dan a la esbelta figura de la mujer un aire juvenil, también cae un trocito del pañuelo por delante y descansa entre sus pechos que bien contorneados por el suéter de punto muy apretado, aun mejoran más su madura belleza, pero la escala de grises de todo el conjunto denota la tristeza de su dueña.
   
   Tras una marquesina de una parada de autobús una figura la acecha, la persigue con la mirada y sigue sus pasos, Eva divisa al fondo del callejón la entrada trasera del centro comercial donde trabaja y mira la hora por si llega tarde y al levantar la vista un escalofrío la recorre, dos muchachos de cabeza muy rapada y cazadoras Bomber le impiden el paso, asustada por la corpulencia de los merodeadores ladea su caminar pero se ve acorralada entre ellos y la pared, sitúa las palmas de sus manos contra los ladrillos deslucidos del muro y cierra los ojos mientras uno de ellos la coge con una mano por un lateral de su cara, el otro rapado juega con una navaja y le da vueltas sonriendo exageradamente, los dos atracadores parecen disfrutar del momento y absortos en su abuso no ven llegar una figura oscura por detrás.

-¿Que pasa aquí?
Girándose los pelaos al ver al maduro hombretón se sonríen y uno de ellos comenta
-”Mira mataremos dos pájaros de un tiro”
Boro les vuelve a preguntar, ¿tenéis algún problema chavales? , no me gustaría tener que haceros daño.
-“Tu y cuantos más Abuelo” comenta el más atrevido mientras intenta pegar un empujón a la cabeza de Boro.

   Eva intenta gritar pero no sale casi sonido de su garganta y en ese mismo momento una mano abierta grande pesada y callosa impacta contra la cara del mas cercano a ella y al otro joven un puñetazo en el estomago lo deja sin aire tirado en el suelo, el primer joven intenta lanzar un puñetazo al costado del abuelo pero otra vez una gran mano sostiene el puñetazo fallido y agarrando el brazo con una fuerte sacudida se lo parte y deja al gamberro tirado también en el suelo.
   Eva siente que se desmaya y antes de desmoronarse es recogida por Boro, unos minutos después en el centro comercial la despierta un compañero y acosada a preguntas se levanta y se esconde en uno de los aseos, nota un olor peculiar y se percata de que lleva una amplia chaqueta de hombre por encima de los hombros, recuerda entonces la odisea pasada hace algunos minutos y sale para agradecer a su defensor más después de muchas preguntas no encuentra rastro de él.

Es Martes, comienza la jornada y el maduro héroe camina ligero empujando su carrito, una sonrisa amplia inunda su cara, tiene esperanza, intuye la llegada de un nuevo tiempo en su vida,
un nombre retumba en su mente “Eva” ” Eva”, coge su escoba y el recogedor y mientras apura una colilla enfila un callejón de la vieja ciudad.

La habitación oscura y lúgubre acorde con el tufo a cerrado y escasez de limpieza, alberga los restos de lo que en algún tiempo fueron muebles, la cama coja y destartalada incita casi a salir corriendo y las telarañas de los rincones del techo tampoco ayudan mucho, un espanto de hombre permanece sentado al borde del catre estira los brazos mientras bosteza y enciende un cigarrillo medio usado antes de empezar el día.

Ojeras negras bajo los ojos, los labios pegados con restos de baba, la barba de 3  días y coronando su cabeza unas greñas despeinadas arremolinadas alrededor del redondo y pelado cogote.
         Hace de percha su huesudo cuerpo para un vetusto pijama de dos piezas, la superior roída y ajada en cuello y puños desentona con alevosía con los pantalones de franela, gastados en la entrepierna y descoloridos a rodales por un error al lavarlos con lejía.

Sus pies calzan unas pantuflas de mercadillo rotas con algún dedo asomado en la parte delantera, de complemento un pañuelo mohoso arrugado y tieso se descuelga de un bolsillo rasgado del pantalón.
         4 días tumbado en la cama con descansos para evacuar alguna meadilla o algo más consistente y algún rato para picar restos de comida aburridos en el refrigerador, los mocos colgando de su nariz confirman el tremendo resfriado y los escalofríos avisan de la fiebre que ya desde el primer día le aturdía cuerpo y mente.

Mirándose en el espejo del aseo mientras frota una mano por su barba y estira del bajo del calzoncillo con la otra para sacarlo de los mofletes del culo se encuentra Blas, cuarentón, soltero y solitario, abusador del tabaco, cervecero profundo, y guarrillo convencido cosa que revelaba la casa al mirar en cualquier dirección,
¿Algo bueno? ………Si, estudioso aventajado por su impresionante memoria y lógica, pero ya cansado de tantos años de estudios.
No tengo ganas de ir al instituto, ninguna gana, ese era el comentario todo el rato en su cabeza.

         Un mensaje de su madre a través del teléfono le recordaba que era época de exámenes así que armándose de valor decidió acudir al instituto.

Mientras estiraba de un suéter de debajo de un montón de ropa sucia con los pies retiraba restos de una pizza revenida semi-envuelta en papel de aluminio ,comprobó junto a otras piezas de ropa que estaba en mejores condiciones y se lo puso, a su vez eligió un pantalón renegrido de roña y planchado por la presión del colchón de su cama y también se lo vistió, encontrar calcetines parejos fue tarea mas ardua y después de insistir se calzo uno de cada,  para acabar se calzo también  los mocasines marrones igualmente de mercadillo .
      
        Al bajar del autobús se dirigió al horno del mercado municipal y se aprovisionó de rosquilletas y una botellita de agua y se apresuro para no hacer tarde.
        La sirena   del instituto    avisaba del comienzo de la  jornada escolar ,la gente   corría al interior de las   clases y él con  varias   zancadas   rápidas   se  plantó   delante de  la puerta del   aula, cogió aire y accedió al interior ,se hizo un gran   silencio   todos le  miraron y   casi   al   unísono         se escucho una frase:

-¡Buenos días profesor Blas.!


El edificio ruinoso y sucio desentona con las construcciones de su alrededor, de hecho los pocos vecinos que quedan, ya recibieron hace tiempo la orden de desahucio, en el zaguán solo quedan 3 buzones, dos sin nombre solo el numero y el tercero escrito con rotulador sobre cinta adhesiva se puede leer < SALVADOR BLAS ESPADA>.
   Desde hace más de 30 años vive allí, ahora mientras sube las desgastadas escaleras, Boro recuerda el día que comenzó su derrumbe físico y moral.


   Entre los alumnos, en medio del aula le esperaba también el director del instituto el cual cogiendo por encima del hombro al desaliñado profesor, y pidiendo disculpas a los alumnos se lo llevo aparte para darle una mala noticia.
   Blas sabía ya desde algún tiempo que este día llegaría, la falta de asistencia a las clases de gimnasia que él impartía, las quejas de otros profesores y de algunos padres de alumnos más la desastrosa presencia física que últimamente presentaba, hacían presagiar un despido inminente.

   El director , amigo de él, ya le había advertido en varias ocasiones, desde hacia 6 meses llevaba toreando a la junta del instituto pero la ultima reunión sentenció la decisión, todos los asistentes tuvieron en cuenta las causas del abandono que presentaba Blas, todos sabían que desde la fatal muerte a manos de un atracador de la mujer del profesor Blas , su conducta presentaba algunos problemas pero él nunca asistió al psicólogo que le recomendaron ni hizo caso de las recomendaciones de amigos y compañeros, simplemente se derrumbó y decidió mortificarse hasta acabar siendo un despojo de persona.

   Blas dentro de su cabeza solo tenia la  fija idea de que todo pasó  por su culpa, empeñado en ayudar a los menos dotados para el deporte ,  se quedaba hasta muy tarde preparando tablas de gimnasia o consolando a algún alumno preocupado por el ultimo suspenso, en ese día fatídico, llego tarde para recoger a su mujer a la salida del trabajo y ella viendo la tardanza decidió coger el autobús, mala suerte pues se topo con un “pirao” que le desvencijo tres navajazos de muerte solo para llevarse la poca bisutería que llevaba encima.
   Desde entonces la vida del profesor se tornó en un cúmulo de despropósitos, alcohol, peleas callejeras suciedad y abatimiento hasta que un día después de permanecer ingresado en un hospital por delírium tremens y ayudado por su madre se decidió a encaminar algo su mísera existencia y comenzó una cura de desintoxicación y algunos meses más tarde volvió al mundo laboral como empleado en la recogida de basuras.
   
   Semanas más tarde en otra parte de la ciudad, Eva recuperada ya del susto sufrido en el atraco, leía y releía un sobre con el nombre y la dirección de la persona que la había rescatado de los pelaos, o al menos eso creía ella pues el sobre estaba en uno de los bolsillos de la chaqueta que le había dejado, pensaba en él día y noche, no consiguió fijarse bien pero en su mente permanecía la figura de un hombretón de rasgos duros aunque a ella le pareció más bien un ser dulce y atormentado.
   Un fin de semana se decidió y pidió un taxi para que la llevara a esa dirección, en medio de un barrio bastante nuevo un edificio viejo tenía el número del portal que ella buscaba, intrigada subió las escaleras y llamo a la puerta.

   Momentos más tarde Boro asomaba despeinado y con la cara hinchada por las muchas horas tumbado en la cama, al fijarse en Eva se quedó inmóvil y tartamudeando la invito a pasar a lo que ella sin decir palabra asintió.
   Una vez sentados uno frente a otro a los lados de una pequeña mesa de comedor, permanecieron unos minutos mirándose sin decir nada, Eva nerviosa exclamó:
-Perdone pero no me decidía a venir, solo quiero darle las gracias y devolverle la chaqueta.
-Por favor tutéame, llámame Boro así me conocen mis amigos.
-Te puedo hacer una pregunta….. Das la impresión de ser más mayor de lo que en realidad eres, ¿tengo razón?

   El maduro héroe luchaba por mantenerse sereno, alguna lagrima se empeñaba en brotar por sus ojos” Dios mío, como me recuerda a mi mujer, pensaba”

Restregándose una uno de sus ojos con la  mano   le contestó.- voy ha cumplir   La cena fue amena, se contaron retazos de su vida, rieron y degustaron algunas copas de vino, de camino a casa de la joven junto a un portal acurrucados desataron su pasión y disfrutaron de besos y caricias, ya tarde mientras se despedían el enamorado héroe notó algo raro, sintió una punzada en un costado, comenzó a oír pitidos y voces, él los sentía muy cerca, miró a Eva y la vio desvanecerse.
   En la camilla del hospital el cuerpo de un hombretón daba los últimos alientos de vida, la maquina que controlaba el pulso comenzó a pitar y todo se torno en voces y prisas, tras unas convulsiones su corazón se paró.
Una voz comentó: hora del fallecimiento <las 10.30>.

   Entre sueños dulces, Boro, acabó su mísera vida, rozo la alegría, sintió los aromas del amor, ese día fatídico mientras defendía a una muchacha de dos agresores, recibió una mortal puñalada en un costado que le hizo desangrarse, y entre delirios expiró.
   En su ultimo aliento soñó que Eva lo buscaba en la puerta de su trabajo “que guapa estaba incluso con la gran chaqueta que el le había dejado” y también sonrió cuando soñó que ella descubría el sobre con su dirección y cuando el delirio le hizo verla delante de la puerta de su casa se sintió rejuvenecer y disfrutó de la cena con ella aunque fuera solo una invención de su mente y se sintió triste cuando al mirarla el ultimo estertor desvaneció su imagen.


Dos días mas tarde en el pequeño cementerio del barrio se oficiaba el sepelio, asistió el encargado y varios compañeros del trabajo también se arremolinaron cerca del lugar del entierro algunos amigos de copas del fallecido y en primera línea la madre y a su lado la triste Eva.
   Realmente no fue un evento muy concurrido y tampoco el día acompañó, amaneció gris y lluvioso, algunas personas pasaron a dar el pésame a la madre del difunto y en poco rato la zona quedó desierta, solo una madura muchacha permaneció junto a la losa, con unas lagrimas en los ojos lentamente también se marcho.

Sobre la losa de Salvador Blas Espada quedaron dos rosas en recuerdo del amor que pudo haber sido …… y no fue.


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